Utilizar la aventura como metodología de aprendizaje, es una práctica pedagógica relativamente nueva. Sin embargo, muchas sociedades en la antigüedad exponían a sus jóvenes a situaciones de desafío y de incertidumbre para que aprendieran conductas y actitudes, al tiempo que les permitía averiguar quiénes de los miembros de las generaciones jóvenes debían ser preparados y educados para líderes.
En Chile, dada las características geográficas y gracias a los esfuerzos que se efectúan para potenciar la modernización de los procesos educativos, ha sido posible introducir gradualmente elementos de la educación de aventura al interior de los establecimientos educacionales. A partir de la reforma educacional liderada por el Ministerio de Educación a través de su programa MECE, se incorpora en los Objetivos Fundamentales y Contenidos Mínimos Obligatorios de la asignatura de Educación Física un eje que se relaciona exclusivamente con esta forma de enseñanza. De este modo, las "Actividades Motrices en Contacto con la Naturaleza y de Aventura" pasan a ser obligatorias en el sistema escolar chileno, tanto para la Educación Media como para la Enseñanza General Básica.
Los propósitos formativos de las Actividades Motrices en Contacto con la Naturaleza y de Aventura son amalgamar actividades motrices y conductas motoras en una permanente relación con el medio natural, incorporando elementos técnicos, conceptos y metodologías que permiten aprender, de manera consciente, controlada y responsable, del riesgo y la aventura. Por otra parte, la reforma educacional demanda impulsar -desde los Objetivos Fundamentales Transversales- aspectos valóricos, tales como el respeto por el prójimo y por la naturaleza, y el desarrollo de la identidad personal de los niños y jóvenes del país. Para ello, la educación de aventura constituye un importante medio educativo.
Durante actividades de exploración y de orientación en terrenos naturales, por medio de técnicas en el uso de equipos y en actividades de campamento, los alumnos y alumnas se enfrentan a un ambiente desconocido y, por tanto, incierto. Esto los impulsa a romper las barreras que este medio produce, haciendo de esta relación un aprendizaje constante y sistemático que los obliga a depender y a necesitar de sí mismo y de los "otros" para dar solución a los problemas que aquí se generan. A través de esta interdependencia, los alumnos aprenden el valor del compañerismo, de la solidaridad, de la consideración por el otro; consolidan su autoestima y sus capacidades de liderazgo, como también aprenden a trabajar en equipo y a respetar y proteger el medio ambiente natural.
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